La muerte de Lorca y la desmemoria histórica

Lo que sabemos sobre la muerte de Federico García Lorca —realmente no demasiado— es el resultado de un ejercicio sistemático de desmemoria histórica. Durante años se ha tratado de monopolizar el asesinato del poeta para convertirlo en mártir de la Segunda República. Pero Lorca —«canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos»—no era un fanático: quizá irónicamente se definió como católico y comunista, libertario y tradicionalista y monárquico y anarquista. Fue acogido en el hogar de la familia falangista Rosales, y entabló amistad con José Antonio Primo de Rivera, amante de la poesía y, como él mismo, cobardemente asesinado.

Salvador Dalí, su más íntimo amigo, escribió sobre su muerte:

«Los rojos, los semirrojos, los rosas e incluso los malva pálido aprovecharon la muerte de Lorca para una vergonzosa y demagógica propaganda, ejerciendo así un innoble chantaje. Intentaron, e intentan todavía hoy, convertirlo en un héroe político. Pero yo, que fui su mejor amigo, puedo dar fe ante Dios y ante la Historia de que Lorca, poeta cien por cien puro, era consustancialmente el ser más apolítico que he conocido. Fue simplemente víctima propiciatoria de cuestiones personales, ultrapersonales, locales, y, por encima de todo, víctima inocente de la confusión omnipotente, convulsiva y cósmica de la guerra civil española».

(Salvador Dalí. Diario de un genio)

4 comentarios en “La muerte de Lorca y la desmemoria histórica

  1. Mi homenaje a Federico y a todos sus lectores

    La Poncia y Prudencia son las criadas de Bernarda, están charlando solas en la cocina situada en la parte mas oscura y lúgubre de la casa

    Poncia .- Que duro debe ser venir a este mundo y que no te quiera ni tu madre

    Prudencia.- Si, como si fueras una hormiga del demonio

    Poncia.- Que sabrás tú de la vida de las hormigas

    Prudencia.- De la vida de las hormigas poca cosa, pero de lo que pasa en esta casa lo sé todo

    Poncia.- Que es lo que sabes. !Vamos. Dímelo !

    Prudencia.- Tu también lo sabes, llevas sirviendo en esta casa, veinte años, los mismos años que yo tengo. Dime tú primero ¿ Por que la Bernarda cuando nació su hijo lo encerró en la buhardilla para que nadie lo viera?

    Poncia .- Porque le daba vergüenza haber traído al mundo un ser tan feo y repugnante. Por eso fue, era tan monstruoso cuando nació que no se podía saber si era un niño o una niña. Primero le pusieron pendientes y un lazo y después cuando vino un medico le vistieron de azul, como a los niños

    Prundencia.- Pero aunque fuera tan feo tenía derecho a salir a la calle a ver el sol como todos los niños

    Poncia.- Bernarda no soportaba las murmuraciones de los vecinos
    Y ahora dime ¿Que es lo que has visto?

    Prudencia.- Yo se lo mismo que sabe todo el vecindario, que escribía versos en unas cuartillas y después hacia una paloma de papel y la tiraba por el ventanuco de la buhardilla.
    La vecina del cuarto me dijo un día que por la ventana de su cuarto había entrado una de esas palomas y que llevaba dentro un escrito que ponía “Sonetos al amor oscuro»

    Poncia .-! Del amor oscuro! Con razón la madre no quería que nadie le viera

    Prudencia.- Pero eso no era motivo para que le hicieran lo que le hicieron

    Poncia. Vamos dime de una vez que es lo que has visto? ¡Que le hicieron?

    Prudencia.- (en tono confidencial) Una tarde vino un cura con una sotana negra y un medico con bata blanca, un medico de esos que curan las enfermedades de la cabeza. La Bernarda le dijo que entraran a la habitación de su hijo y allí con unos cables que metieron en el enchufe de la luz le pusieron descargas eléctricas en el corazón.

    El cura decía que estaba endemoniado y que había que arrancarle el alma.

    Poncia.- ¡Que horror que mujer¡ y que paso luego?

    Prudencia.- Lo que tu ya sabes, el cuerpo apareció frío, inmóvil, como una estatua

    Poncia.- Mejor hubiera sido que su madre le hubiera parido en sangre, le habría ahorrado este tormento

    Prudencia.-Yo, a veces iba y miraba por el ojo de la cerradura, pero no le veía bien, tenia forma de corazón y respiraba como un sapo

    Poncia.- Sabes que a su madre no quería que nadie le viera, que la puerta de la habitación debía de estar siempre cerrada y que le diéramos de comer por una rendija
    Prudencia.- Cuando le subía la comida pegaba la oreja contra la pared con todas mis fuerzas y me que quedaba un buen rato oyendo los latidos de su corazón. Sonaban muy fuertes pero con un ritmo pausado.

    Se me ponía la carne de gallina
    Un día me echo por debajo de la puerta una de esas pajaritas que el hacia

    Porcia.- ¿Y que había escrito?

    Prudencia.- Nada, solo decía;

    ! Cuando yo muera, dejad el balcón abierto!

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  2. La Poncia y Prudencia son las criadas de Bernarda, están charlando solas en la cocina situada en la parte mas oscura y lúgubre de la casa

    Poncia .- Que duro debe ser venir a este mundo y que no te quiera ni tu madre

    Prudencia.- Si, como si fueras una hormiga del demonio

    Poncia.- Que sabrás tú de la vida de las hormigas

    Prudencia.- De la vida de las hormigas poca cosa, pero de lo que pasa en esta casa lo sé todo

    Poncia.- Que es lo que sabes. !Vamos. Dímelo !

    Prudencia.- Tu también lo sabes, llevas sirviendo en esta casa, veinte años, los mismos años que yo tengo. Dime tú primero ¿ Por que la Bernarda cuando nació su hijo lo encerró en la buhardilla para que nadie lo viera?

    Poncia .- Porque le daba vergüenza haber traído al mundo un ser tan feo y repugnante. Por eso fue, era tan monstruoso cuando nació que no se podía saber si era un niño o una niña. Primero le pusieron pendientes y un lazo y después cuando vino un medico le vistieron de azul, como a los niños

    Prundencia.- Pero aunque fuera tan feo tenía derecho a salir a la calle a ver el sol como todos los niños

    Poncia.- Bernarda no soportaba las murmuraciones de los vecinos
    Y ahora dime ¿Que es lo que has visto?

    Prudencia.- Yo se lo mismo que sabe todo el vecindario, que escribía versos en unas cuartillas y después hacia una paloma de papel y la tiraba por el ventanuco de la buhardilla.
    La vecina del cuarto me dijo un día que por la ventana de su cuarto había entrado una de esas palomas y que llevaba dentro un escrito que ponía “Sonetos al amor oscuro”

    Poncia .-! Del amor oscuro! Con razón la madre no quería que nadie le viera

    Prudencia.- Pero eso no era motivo para que le hicieran lo que le hicieron

    Poncia. Vamos dime de una vez que es lo que has visto? ¡Que le hicieron?

    Prudencia.- (en tono confidencial) Una tarde vino un cura con una sotana negra y un medico con bata blanca, un medico de esos que curan las enfermedades de la cabeza. La Bernarda le dijo que entraran a la habitación de su hijo y allí con unos cables que metieron en el enchufe de la luz le pusieron descargas eléctricas en el corazón.

    El cura decía que estaba endemoniado y que había que arrancarle el alma.

    Poncia.- ¡Que horror que mujer¡ y que paso luego?

    Prudencia.- Lo que tu ya sabes, el cuerpo apareció frío, inmóvil, como una estatua

    Poncia.- Mejor hubiera sido que su madre le hubiera parido en sangre, le habría ahorrado este tormento

    Prudencia.-Yo, a veces iba y miraba por el ojo de la cerradura, pero no le veía bien, tenia forma de corazón y respiraba como un sapo

    Poncia.- Sabes que a su madre no quería que nadie le viera, que la puerta de la habitación debía de estar siempre cerrada y que le diéramos de comer por una rendija
    Prudencia.- Cuando le subía la comida pegaba la oreja contra la pared con todas mis fuerzas y me que quedaba un buen rato oyendo los latidos de su corazón. Sonaban muy fuertes pero con un ritmo pausado.
    Se me ponía la carne de gallina
    Un día me echo por debajo de la puerta una de esas pajaritas que el hacia

    Porcia.- ¿Y que había escrito?

    Prudencia.- Nada, solo decía;

    ! Cuando yo muera, dejad el balcón abierto!

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